Esta casa trata de reinterpretar en términos contemporáneos un deseo enunciado por los clientes como una “cabaña de madera”. No es tanto una cabaña en el bosque sino un observatorio que desde una ladera contempla la naturaleza y sus cambios. Una naturaleza que se convierte en la imagen de fondo de una vida que ya no parece depender de su relación con ella.
Una cabaña era el primer asentamiento en un territorio desconocido. Refugio donde dormir a la vuelta del trabajo a la intemperie. Lugar donde cocinar los alimentos que conseguías cultivando las tierras circundantes o matando a los animales que comían de ellas. Lugar donde intercambiar con los tuyos las experiencias vividas en el exterior. Nuestra intemperie ya no es la naturaleza.
Nuestra cabaña ya no nos protege de la naturaleza. No tiene la necesidad real y física de negociar con ella: sólo la mira. Es una construcción mental que nace de la nostalgia de un tiempo idealizado en el que la relación con la tierra era real, dura e intensa. Nuestra cabaña es una nave espacial que se posa en un terreno que no conoce. Es una nave espacial que huye del lugar donde sabe que se está librando la batalla para recomponerse. La naturaleza como paisaje, como imagen plana con la que nos envolvemos para protegemos de nuestros nuevos peligros.
Tras esta huida una casa para una familia. Tres dormitorios, una cocina y una gran zona de estar en la que reunirse, armarios para guardar las cosas y baños para asearse. Luz y vistas. Terriblemente sencillo. Un volumen único con cubierta de zinc a dos aguas y estructura y revestimientos de madera de cedro.