La casa se apoya en una “tanca” – típicas tapias de obra seca que delimitan las fincas en Menorca – existente, que define un eje visual clarísimo entre un pequeño recinto alrededor de un pozo y el campanario blanco de la iglesia de la localidad cercana de Sant Lluis. La idea básica y única del proyecto era apoyarse a lado y lado de esta tanca, extendiendo desde ella distintas cubiertas e intercalando patios cerrados a tres caras. Todo ello para protegernos de la lluvia, el sol o el viento, con el máximo confort, pero tratando en todo momento que la casa y el campo fuesen lo mismo. Que la casa se adueñe del territorio y la naturaleza entre en la casa. Para ello, de forma algo retórica- pues no fue posible por razones constructivas conservar la tanca existente, sino que tuvimos que reconstruirla en un tramo bastante largo ( para garantizar el aislamiento y la estabilidad)- hacemos que la “tanca” entre en la casa y dirija el proyecto, tanto a nivel visual como de organización interna.. La casa consta de un cuerpo principal que agrupa salón, comedor, cocina y dos dormitorios; dos habitaciones independientes con baño y accesibles desde el exterior, un cuerpo de garaje y la piscina. Este eje este-oeste hace que coloquemos las zonas de servicio- cocina, aseo, lavadero- y las privadas- dormitorios- del módulo principal en la cara norte. Al sur y totalmente abiertas al paisaje y a los patios laterales el salón, el comedor y la terraza entoldada, que es una prolongación del salón.
También a sur, con entrada independiente desde la parte trasera de la “tanca”, dos habitaciones con baño abiertas a sur, al jardín.
Al final de la “tanca” protegida y un poco escondida, la piscina, paradigma de la cultura del ocio estival.
Esta vivienda podría definirse con precisión como “casa hedonista”. Hedonista y pragmática..
Es un proyecto que trata de instalarse con optimismo en el inestable y heterogéneo contexto actual, con consciente banalidad, tratando de sumergirse en el presente gozoso del soleado tiempo vacacional, basado en el disfrute de la conversación- ingeniosa -, de la lectura – ligera -, del baño refrescante, del agua salada, de la buena comida y bebida y de los olores y colores arrastrados por la brisa del Mediterráneo en verano.
En esta casa los habitantes están obligados a construir su tiempo presente, a llenarlo de su actividad creativa, de su energía vital, de su capacidad de comunicación y de relax. No es un espacio contemplativo, es un espacio ocioso. Hay que convertir el presente cotidiano en una experiencia estética tan convincente que no podamos dudar que el aquí y el ahora son el centro del universo.
Pretendemos inducir técnicamente una experiencia sensorial muy ambiciosa.
Esta casa tiene su momento privilegiado en el buen tiempo. Nos habla de un ocio impúdico vinculado al cuidado del cuerpo, que se pone al sol tras los oscuros meses de invierno. Toda la casa pretende ser aire libre, que la naturaleza circundante se haga casa y toda la casa sea un jardín. Que el aire de dentro y el de fuera sea el mismo, y que circule.
No hay espacios interiores y exteriores diferenciados. La arquitectura pretende ser el marco que filtra y regula los intercambios con el medio. El habitante de esta casa quiere poseer su territorio natural, visual y físicamente. Ciertas necesidades de intimidad le obligan a encerrarse, pero no quiere perder naturaleza. Busca entonces la manera de aprehenderla, en la mayor medida posible. Para ello se apoyará en la tapia que delimita su terreno, le pondrá unas cubiertas y unos toldos, para no mojarse y para protegerse del sol, y vivirá en toda su pequeña parcela, de la que ha hecho la más grande de las casas, pues se apropia hasta el límite de su vista del paisaje.
Espacios individuales y colectivos son bastante homogéneos. Todo tiende a propiciar un estar poco codificado, escasamente regulado. Los límites entre espacios se desdibujan…que corra el aire.
La televisión, la siesta, la lectura de la prensa,..la evasión, llena los espacios de inactividad social…El poder cohesivo de la familia se desdibuja, así como su tradicional esquema jerárquico e interior.
¿ Superficialidad? ¿Inautenticidad?… seguramente sí. Quien sea capaz de ofrecer algo mejor y más real que lo haga.
La realidad nos demostrará, o bien nuestra incapacidad para generar una escenografía totalmente convincente, o bien que sin la colaboración de las personas que habitan esta espacio, sin sus voces, sin su conversación, sin su presencia, en definitiva, sin su humanidad, esta experiencia es insuficiente e incompleta, incapaz de hacernos olvidar lo angustioso de lo pasajero del presente, si éste está vacío de presencias humanas implicadas y reales, dispuestas a comunicarse y a propiciar un intercambio sincero de experiencias vitales y sentimientos. La desnudez de los cuerpos al sol tiene que implicar la liberación de sus sentimientos en la conversación y el contacto humano, sino será una experiencia fallida, casi pornográfica.